ENTRE PIURA Y TUMBES…

Un paraíso llamado “Quebrada Fernández”


La semana va llegando a su fin pero no las tensiones inevitables que traen consigo el recibo de la luz, del agua, la pensión del colegio de los niños, la universidad, etc.
El fin de semana no es relajado solo porque podemos quedarnos en casa a “descansar”; hay que escapar del estrés urgente. Se requieren fuerzas, ánimo y aliento para la semana nueva donde será necesario nuestro buen humor y nuestra mente fresca para empezar…otra vez.

Nos ponemos en contacto con el jefe de la Reserva de la Biosfera del Noroeste-Tumbes el ingeniero Aldo Aguirre quien nos autoriza a visitar parte de la misma exactamente: “Quebrada Fernández”.
Nos vamos en bus hasta Máncora donde Heraldo Valladares uno de los guías de la zona nos espera para transportarnos en moto lineal hasta nuestro destino. Ingresamos por una tranquera de La Comunidad Campesina de Máncora y en cuestión de segundos el paisaje de ciudad desaparece ante nuestros ojos, desaparece el asfalto ahora solo está la madre tierra y flanqueando nuestro paso los verdes algarrobos que forman parte de los caseríos camino a “Quebrada Fernández”.

El camino a media mañana será duro, el sol arde en el firmamento y aunque estamos con gorra, lentes de sol y con los brazos cubiertos la hora de camino en moto lineal se hará sentir en nuestro cuerpo. Heraldo sabe que el viaje tiene que ser memorable y entretenido, excelente conductor, buen guía y sobre todo con esa hospitalidad que caracteriza a la gente de Quebrada Fernández escucha atentamente nuestras preguntas, cambia el rumbo y tenemos las respuestas ante nuestros ojos. Así llegamos hasta La Poza de Barro una piscina natural de aguas termales, aprovechamos para descansar con nuestros pies sumergidos en el agua burbujeante de esta piscina pensando que será maravilloso cuando volvamos por este lugar con toda la familia entonces Ana Carina se bañara con Angie mientras mi madre y yo servimos el almuerzo en las mesas de cemento que se han acondicionado alrededor de la poza de barro para el deleite y comodidad de sus visitantes.

Luego del breve descanso y de fantasear con las próximas vacaciones familiares Heraldo nos comunica que hay que continuar el viaje. Nos montamos en la motocicleta y continuamos por el camino pedregoso característico del lugar. En Quebrada Fernández para construir una casa de material noble solo necesitaríamos fierro, cemento y ladrillo los agregados estas dispersos listos para ser tomados. Los lugareños se ganan parte de su sustento juntando estos agregados que luego son recogidos por camiones y llevados a las ciudades cercanas para su comercialización.

Los hilos de agua de la quebrada comienzan a aparecer a nuestro paso hasta convertirse en un hermoso oasis con un habitad propio donde nuevamente hacemos una parada para contemplar peces grandes y pequeños a través del agua cristalina, camarones enormes se esconden debajo de las piedras grandes de la quebrada y los chilalos y putillas nos observan y cantan desde los algarrobos.

Una hora después estamos en casa de Heraldo donde su madre doña Rosa nos ofrece la mitad de una sandía mediana para refrescarnos del largo viaje. Dejamos nuestras cosas y salimos raudos a continuar con nuestro recorrido, ahora tenemos dos motos a nuestra disposición. Ahora nos acompaña también la Lic. Sonia Ramos B. periodista arequipeña quien se encuentra realizando un trabajo con algunas de las comunidades de la Reserva de la Biosfera del Noroeste. Ella nos cuenta su experiencia estos días y lo fascinantes que le han parecido los paisajes de la zona y la hospitalidad de su gente.

Camino a “Madre del Agua” se puede sentir lo gratificante que es estar en un lugar donde la fe renace en el corazón haciéndote sentir inmensamente dichoso y afortunado de estar ahí entre tanta belleza. Sin duda los fines de semana pueden ser realmente relajantes si te dejas atrapar por lugares como “Quebrada Fernández” donde el campo aún es como alguna vez lo conocí en mi niñez. Aquí el ganado vacuno y caprino anda suelto pastando libremente, los burritos y caballos no viven aprisionados en corrales viven en libertad.
Los niños corren, juegan, trepan árboles y se desplazan gozosos en grandes espacios. Sin duda una vida tan diferente a la de la ciudad donde nuestros niños ya no pueden jugar con esa libertad lamentablemente.

Las motos se detienen. Ahora hay que caminar hasta “Madre del Agua” por el camino de la quebrada vamos volteando las piedras más grandes en busca de camarones, vamos capturando con nuestro lente el paisaje. Sonia nos llama para señalarnos en un árbol a unas Urracas y en otro árbol un Martín Pescador. A mí me llaman la atención un gran número de Guayacanes que lucen secos sin embargo nos comenta Heraldo que en esta época se ven así pero están vivos y cuando comienzan a florear suelen producir una alergia en la piel de quienes se acercan a ellos. El Guayacán es un árbol cuya madera es muy apreciada en la zona para la construcción de viviendas rusticas y que necesita ser usado responsablemente para preservar la especie.

Llegamos a “Madre del agua” una zona de la quebrada donde geográficamente de un lado tenemos al departamento de Piura y del otro al departamento de Tumbes. Es hora de descansar y darnos un reparador baño en esta agua que nos recibe con la misma calidez de su gente y nos revitaliza llenándonos de esa energía positiva que buscábamos.

De regreso el viento refresca nuestro recorrido, una bandada de loros verdes nos despiden y nuestros ojos se clavan en el horizonte donde el sol se empieza a esconder entre los árboles deleitándonos con los colores de un atardecer diferente.

Llegamos justo antes de que oscurezca, nos recibe doña Rosa y su esposo Teófilo, los padres de Heraldo. Doña Rosa nos invita una cena verdaderamente deliciosa.
Luego de la cena una sobremesa donde nos enteramos de cómo se conocieron doña Rosa y don Teófilo quienes llevan ya 26 años de casados. Durante las lluvias del año 1983 don Teófilo que es natural de Quebrada Fernández tuvo que irse a trabajar a Tumbes allí conoció a su esposa, se casaron y nunca más desde ese día se han vuelto a separar, tienes 3 hijos, una nieta y viven de lo que Quebrada Fernández les da, de la riqueza de su suelo y sobre todo de su paz.

En tiempos de lluvias intensas los poblados de “Quebrada Fernández” quedan aislados
Sus pobladores se aprovisionan de víveres desde diciembre porque como dice don Teófilo:

“Cuando llegan las lluvias con intensidad nos volvemos como la abeja de palo, que solo se asoma a ver cómo está el tiempo y se guarece nuevamente sin salir a volar”

El día ha sido largo y el cansancio nos comienza a vencer agradecemos a nuestros anfitriones y salimos de la casa de doña Rosa y don Teófilo a la casa de Heraldo que está justo al frente de la de sus padres, allí dormiremos.

En La Bocana Fernández el caserío donde estamos no hay luz eléctrica, se cena a la luz de una lámpara a kerosene, no hay televisión y puedes pasarte gran parte de la noche en entretenidas charlas o simplemente contemplando un manto negro cubierto de millones de estrellas fulgurantes que te emocionan con su luz. De día y de noche este lugar seduce, atrapa. Mañana hay que regresar a casa, “Quebrada Fernández pronto solo será un recuerdo y un próximo destino para conocer más lugares y compartir el paisaje con la familia. Volveremos entre mayo y julio después de las lluvias entonces el paisaje habrá cambiado, todo será más verde y la quebrada estará colmada de agua por todo su recorrido.

Cuando esté estresado/estresada escápese a Quebrada Fernández o a cualquier otro hermoso lugar donde el contacto con la naturaleza lo haga sentirse más cerca de nuestro creador, donde de regreso a casa sienta que a pesar de todas las dificultades la tierra es maravillosa y perfecta en su esencia, que siempre estará allí vestida de mar, de campo o montaña para regalarnos un poco de felicidad.